Ariadna (Ariadne) John William Waterhouse |
Octubre. Els dies s'escurcen. Les fulles engrogueixen. Les aus canvien de latitud. Així s'ha vist sempre si s'observa el cel amb calma. L'arribada de bandades és un dels indicadors naturals dels canvis d'estació. Ja des de l'antiguitat el fenomen de la migració causava fascinació. Diuen que els druides vaticinaven el futur segons el vol d'algunes espècies. A l'antiga Grècia es practicava, com a ritual, la dansa de la grua, imitant el moviment d'aquest ocell elegant que venia massivament del nord. Ho feien en un circuit que simulava un laberint, rememorant el mite del Minotaure.
Ariadna és la gran dama del laberint. Ella li va proporcionar a l'heroi Teseu el fil, aquell fil que el salvaria perquè li permetria trobar el camí de retorn en els intricats passadissos del cau del Minotaure després d'haver-lo matat. Ariadna és germana d'aquella criatura monstruosa, mig brau mig home, nascuda d'un amor impossible entre sa mare, la reina Parsífae, i un toro blanc sagrat que Posidó havia fet emergir de les aigües. Perquè als divins no se'ls pot enganyar, i el rei Minos en lloc de sacrificar aquella bèstia majestuosa com a ofrena en va posar un altre i d'aquestes mesquineses mai no en surts indemne. I va arribar allò, batejat com a toro de Minos, per recordar-l'hi constantment.
Qui traeix els seus propis déus veu com li creix per dins una ombra que brama, i per tenir-la aplacada es paga un preu molt alt. Amagar la bèstia a l'interior d'un palau complex o a les entranyes de la terra no et deslliura. Creta vivia amb una amenaça latent. Havien de morir molts joves per saciar la seva fam. Com tots els nostres somnis que neixen i es marceixen constantment si vivim a traïció del que som.
Ariadna s'enamora de l'heroi i l'ajuda. Ella és la clau perquè la gesta es pugui complir i el malefici s'interrompi. Ella entén que s'ha de parlar amb Dèdal, el constructor del laberint. Ella subjecta el fil per traçar el camí. Ella espera valenta a fora perquè sap que la majoria dels que entren no tornen o tornen transformats. Quantes vegades algú ens ha fet d'Ariadna i ens ha guiat per sortir de les nostres espirals interiors? Quina diferència entre tenir, o no tenir, algú que et tibi el fil.
Complida la missió, els amants s'escapen. No podia ser d'altra manera. Junts per sempre. Però en la primera parada a l'illa de Naxos, Teseu l'abandonarà. Els artistes han congelat just aquest moment on ella es desperta i se n'adona. Molt pocs han representat Ariadna com a portadora del fil. L'han retratada en la derrota: sola, enfonsada, decebuda, perplexa. El quadre és de John William Waterhouse, i com tants altres pintors victorians, interpreten la dama necessitada de rescat. A l'horitzó es veuen les naus de Teseu amb els rems a l'aigua. Han salpat. La posició de la figura femenina és idèntica a una escultura hel·lenística que es conserva als Museus Vaticans. No obstant això, al mateix quadre tenim la pista d'allò que està a punt de passar. Els dos gats salvatges que volten pels seus peus ens indiquen que Dionís ja arriba. Són felins del seu seguici. Perquè la història d'Ariadna no acaba malament. L'abandó és un episodi anecdòtic. Es casarà amb un déu. Dionís la recollirà, l'acollirà, li donarà categoria divina i constel·lació pròpia, la corona borealis.
A totes les dones abandonades que se senten en un precipici insalvable, tranquil·les. Aquesta història ens confirma que no, que la millor part està per arribar. La mitologia ens ho ensenya, perquè els mites són mentides que diuen les veritats.
Publicat el 16 d'octubre de 2016
Secció: Des del Laberint
Suplement Cultura
Diari El Punt Avui
Abandonadas
Octubre. Los días se acortan. Las hojas amarillean. Las aves cambian de latitud. Así se ha visto siempre si se observa el cielo con calma. La llegada de bandadas es uno de los indicadores naturales de los cambios de estación. Ya desde la antigüedad el fenómeno de la migración causaba fascinación. Dicen que los druidas vaticinaban el futuro según el vuelo de algunas especies. En la antigua Grecia se practicaba, como ritual, la danza de la grulla, imitando el movimiento de este pájaro elegante que llegaba masivamente del Norte. Bailaban en un circuito que simulaba un laberinto, rememorando el mito del Minotauro.
Ariadna es la gran dama del laberinto. Ella le proporcionó al héroe Teseo el hilo, aquel hilo que lo salvaría porque le permitiría encontrar el camino de regreso en los intrincados pasillos del escondite del Minotauro después de haberlo matado. Ariadna es hermana de aquella criatura monstruosa, medio toro medio hombre, nacida de un amor imposible entre su madre, la reina Pasífae, y un toro blanco sagrado que Poseidón había hecho emerger de las aguas. Porque a los divinos no se los puede engañar, y el rey Minos, en lugar de sacrificar aquella bestia majestuosa como ofrenda, puso otra, y de estas mezquindades nunca sales indemne. Y llegó aquello, bautizado como "toro de Minos", para recordárselo constantemente.
Quién traiciona sus propios dioses ve como le crece por dentro de una sombra que aúlla, y para tenerla aplacada se paga un precio muy alto. Esconder la bestia en el interior de un palacio complejo o en las entrañas de la tierra no te libera. Creta vivía con una amenaza latente. Tenían que morir muchos jóvenes para saciar su hambre. Cómo todos nuestros sueños que nacen y se marchitan constantemente si vivimos a traición de lo que somos.
Ariadna se enamora del héroe y la ayuda. Ella es la clave para que la gesta se pueda cumplir y el maleficio se interrumpa. Ella entiende que se tiene que hablar con Dédalo, el constructor del laberinto. Ella sujeta el hilo para trazar el camino. Ella espera valiente afuera porque sabe que la mayoría de los que entran no regresan, o lo hacen transformados. ¿Cuántas veces alguien nos ha hecho de Ariadna y nos ha guiado para salir de nuestras espirales interiores? Qué diferencia entre tener, o no tener, alguien que te tense el hilo.
Cumplida la misión, los amantes se escapan. No podía ser de otra forma. Juntos para siempre. Pero en la primera parada en la isla de Naxos, Teseo la abandonará. Los artistas han congelado justo este momento donde ella se despierta y se da cuenta. Muy pocos han representado Ariadna como portadora del hilo. La han retratado en la derrota: sola, hundida, decepcionada, perpleja. El cuadro es de John William Waterhouse, y como tantos otros pintores victorianos, interpretan la dama necesitada de rescate. En el horizonte se ven las naves de Teseo con los remos en el agua. Han zarpado. La posición de la figura femenina es idéntica a una escultura helenística que se conserva en los Museos Vaticanos. Sin embargo, dentro del mismo cuadro tenemos la pista de lo que está a punto de pasar. Los dos gatos salvajes que pasean por sus pies nos indican que Dioniso ya llega. Son felinos de su cortejo. Porque la historia de Ariadna no acaba mal. El abandono es un episodio anecdótico. Se casará con un dios. Dioniso la recogerá, la acogerá, le dará categoría divina y constelación propia, la corona borealis.
A todas las mujeres abandonadas que se sienten en un precipicio insalvable, tranquilas. Esta historia nos confirma que no, que la mejor parte está por llegar. La mitología nos lo enseña, porque los mitos son mentiras que dicen la verdad.
Ariadna es la gran dama del laberinto. Ella le proporcionó al héroe Teseo el hilo, aquel hilo que lo salvaría porque le permitiría encontrar el camino de regreso en los intrincados pasillos del escondite del Minotauro después de haberlo matado. Ariadna es hermana de aquella criatura monstruosa, medio toro medio hombre, nacida de un amor imposible entre su madre, la reina Pasífae, y un toro blanco sagrado que Poseidón había hecho emerger de las aguas. Porque a los divinos no se los puede engañar, y el rey Minos, en lugar de sacrificar aquella bestia majestuosa como ofrenda, puso otra, y de estas mezquindades nunca sales indemne. Y llegó aquello, bautizado como "toro de Minos", para recordárselo constantemente.
Quién traiciona sus propios dioses ve como le crece por dentro de una sombra que aúlla, y para tenerla aplacada se paga un precio muy alto. Esconder la bestia en el interior de un palacio complejo o en las entrañas de la tierra no te libera. Creta vivía con una amenaza latente. Tenían que morir muchos jóvenes para saciar su hambre. Cómo todos nuestros sueños que nacen y se marchitan constantemente si vivimos a traición de lo que somos.
Ariadna se enamora del héroe y la ayuda. Ella es la clave para que la gesta se pueda cumplir y el maleficio se interrumpa. Ella entiende que se tiene que hablar con Dédalo, el constructor del laberinto. Ella sujeta el hilo para trazar el camino. Ella espera valiente afuera porque sabe que la mayoría de los que entran no regresan, o lo hacen transformados. ¿Cuántas veces alguien nos ha hecho de Ariadna y nos ha guiado para salir de nuestras espirales interiores? Qué diferencia entre tener, o no tener, alguien que te tense el hilo.
Cumplida la misión, los amantes se escapan. No podía ser de otra forma. Juntos para siempre. Pero en la primera parada en la isla de Naxos, Teseo la abandonará. Los artistas han congelado justo este momento donde ella se despierta y se da cuenta. Muy pocos han representado Ariadna como portadora del hilo. La han retratado en la derrota: sola, hundida, decepcionada, perpleja. El cuadro es de John William Waterhouse, y como tantos otros pintores victorianos, interpretan la dama necesitada de rescate. En el horizonte se ven las naves de Teseo con los remos en el agua. Han zarpado. La posición de la figura femenina es idéntica a una escultura helenística que se conserva en los Museos Vaticanos. Sin embargo, dentro del mismo cuadro tenemos la pista de lo que está a punto de pasar. Los dos gatos salvajes que pasean por sus pies nos indican que Dioniso ya llega. Son felinos de su cortejo. Porque la historia de Ariadna no acaba mal. El abandono es un episodio anecdótico. Se casará con un dios. Dioniso la recogerá, la acogerá, le dará categoría divina y constelación propia, la corona borealis.
A todas las mujeres abandonadas que se sienten en un precipicio insalvable, tranquilas. Esta historia nos confirma que no, que la mejor parte está por llegar. La mitología nos lo enseña, porque los mitos son mentiras que dicen la verdad.
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