Samsó,
Solomon Joseph Solomon, 1887. Walter Art
Gallery. Liverpool
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Setembre. Retorn a l’escola. Es comença el curs amb nous propòsits. Els jueus celebren ara el seu any nou, el Rosh Hashanà, que culminarà amb la coneguda festa del Yom Kippur o dia de l’expiació, la celebració més important del calendari hebreu. Sempre cau entre setembre i octubre, en alguna data propera a l’equinocci de tardor i coincidint amb el signe de balança. Moment de fer balanç. Nosaltres els moderns, tan marcats de rituals, notem que amb el canvi d’estació s’inicia un nou cicle, i ens apuntem a ioga, a anglès, nordic walking... I les dones anem a la perruqueria. Sota l’aparent frivolitat de recuperar el cabell castigat per l’estiu hi ha una necessitat de renovació que ve de fons i les bones perruqueres ho saben. El tema del cabell està present en molts mites universals. És símbol de vigor i de poder com ens recorda la parella bíblica de Samsó i Dalila.
L’atractiva Dalila, de la tribu dels filisteus, fa rendir als seus peus el gran heroi hebreu Samsó, contrafigura d’un Hèrcules clàssic o d’un Gilgamesh sumeri. Un home arquetípic, molt alt, molt fort, molt valent, tocat pels Déus, capaç d’enfrontar-se a un lleó i derrotar-lo amb les mans (i apoderar-se de la seva imatge, gran cabellera solar). Amb tenacitat i seducció, Dalila aconsegueix descobrir el secret més preuat del seu amant: on residia l’origen de la seva força. I era als cabells. Samsó era un nazireu, una persona consagrada a Jahvè mitjançant un vot. I com a tal, no podia ingerir menjars impurs ni tallar-se els cabells -com els indis sikhs. Un cop sabut, Dalila el fa dormir a la seva falda acaronant-lo i llavors el traeix, fent-li tallar les llargues grenyes mentre està inconscient. Aquest moment l'han immortalizat molts artistes: Rubens, Rembrandt, Van Dyck... En el quadre del britànic Solomon Joseph Solomon -noms d'origen clarament jueu- es concentra tota la narració en una sola escena. Veiem Dalila en un cantó assenyalant l'hebreu enemic amb un gest molt expressiu i un tumult de cossos en tensió que ens podria recordar el conjunt escultòric del Laocoont.
El cabell és la part més alta del cos, per sobre del cap i la ment, és la que connectava Samsó amb el seu Déu, de la mateixa manera que el "monyo" o shikhˉ͞a dels hindús és el signe de la relació amb el domini sobrehumà. En l’hinduísme els cabells de Shiva constitueixen el teixit de l’univers, i la deessa Ganga, el gran riu sagrat Ganges, es vessa des d’aquesta cabellera embolicada. En època romana les tribus gal·les independents, la Gallia comata, era, precisament, la "Gal·lia Cabelluda". En els westerns tots hem vist com els indis nord-americans arrancaven cabelleres, el famós scalp. En relació a la cabellera femenina i la luxúria tindríem molts exemples iconogràfics, com Maria Magdalena. I en canvi, per entrar en determinades ordres religioses o com a senyal de dol en alguns llocs d'Àsia, el cabell s'ha de rapar.
Per això, en aquest context crispat pels atemptats, i en la permanent dificultat d’acollir les diferències, el debat del vel, que ressorgeix periòdicament, no és banal, és complex. Només recordar que algunes polítiques d’aquest estat democràtic poden aparèixer qualsevol dia -com ja han fet- amb “peineta i mantilla”, tal com s’han cobert les dones a missa en la nostra tradició. Parlem de drets? De llibertats? De costums? De símbols? En tot cas, les de la “peineta” van guanyar, per segona vegada, les eleccions i tot apunta que les terceres.
¿Dónde reside la fuerza?
Septiembre. Retorno al colegio. Se empieza el curso con nuevos propósitos. Los judíos celebran ahora su año nuevo, el Rosh Hashanà, que culminará con la conocida fiesta del Yom Kippur o día de la expiación, la celebración más importante del calendario hebreo. Siempre cae entre septiembre y octubre, en alguna fecha cercana al equinoccio de otoño y coincidiendo con el signo de libra. Momento de hacer balance. Nosotros los modernos, tan escasos de rituales, notamos que con el cambio de estación se inicia un nuevo ciclo, y nos apuntamos a yoga, a inglés, ... Y las mujeres vamos a la peluquería. Bajo la aparente frivolidad de recuperar el pelo castigado por el verano hay una necesidad de renovación que viene de fondo y las buenas peluqueras lo saben. El tema del cabello está presente en muchos mitos universales. Es símbolo de vigor y de poder como nos recuerda la pareja bíblica de Sansón y Dalila.
La atractiva Dalila, de la tribu de los filisteos, hace rendir a sus pies el gran héroe hebreo Sansón, contrafigura de un Hércules clásico o de un Gilgamesh sumerio. Un varón arquetípico, muy alto, muy fuerte, muy valiente, tocado por los Dioses, capaz de enfrentarse a un león y derrotarlo con las manos (y apoderarse de su imagen, gran cabellera solar). Con tenacidad y seducción, Dalila consigue descubrir el secreto más preciado de su amante: donde residía el origen de su fuerza. Y era en sus cabellos. Sansón era un nazireo, una persona consagrada a J
Yahvé mediante un voto. Y como tal, no podía ingerir comidas impuras ni cortarse el pelo -como los indios sikhs. Una vez sabido, Dalila lo invita a dormir en su regazo mimándolo y entonces lo traiciona, haciéndole cortar los largos mechones mientras está inconsciente. Este momento lo han immortalizado muchos artistas: Rubens, Rembrandt, Van Dyck... En el cuadro del británico Solomon Joseph Solomon -nombres de origen claramente judío- se concentra toda la narración en una sola escena. Vemos a Dalila en un lado señalando al hebreo enemigo con un gesto muy expresivo y un tumulto de cuerpos en tensión que nos podría recordar el conjunto escultórico del Laocoonte.
El cabello es la parte más alta del cuerpo, por encima de la cabeza y la mente, es la que conectaba a Sansón con su Dios, del mismo modo que el "moño" o shikhˉ͞a de los hindúes es el signo de la relación con el dominio sobrehumano. En el hinduísmo los cabellos de Shiva constituyen el tejido del universo, y la diosa Ganga, el gran río sagrado Ganges, se derrama desde esta cabellera enmarañada. En época romana las tribus galas independientes, la Gallia comata, era, precisamente, la "Galia Cabelluda". En los westerns todos hemos visto como los indios norteamericanos arrancaban cabelleras, el famoso scalp. En relación a la melena femenina y la lujuria, tendríamos muchos ejemplos iconográficos, como María Magdalena. Y en cambio, para entrar en determinadas órdenes religiosas o como señal de luto en algunos lugares de Asia, la cabeza se tiene que rapar.
De ahí que, en este contexto crispado por los atentados, y ante la permanente dificultad de acoger las diferencias, el debate del velo, que resurge periódicamente, no es banal, es complejo. Sólo cabe recordar que algunas políticas de este estado democrático pueden aparecer cualquier día -como ya han hecho- con “peineta y mantilla”, tal como se han cubierto las mujeres para ir a misa en nuestra tradición. ¿Hablamos de derechos? ¿De libertades? ¿De costumbres? ¿De símbolos? En cualquier caso, "las de la peineta" ganaron, por segunda vez, las elecciones y todo apunta que las terceras.
Publicat el setembre de 2016
Secció Des del laberint
Suplement "Cultura"
Diari El Punt Avui
Septiembre. Retorno al colegio. Se empieza el curso con nuevos propósitos. Los judíos celebran ahora su año nuevo, el Rosh Hashanà, que culminará con la conocida fiesta del Yom Kippur o día de la expiación, la celebración más importante del calendario hebreo. Siempre cae entre septiembre y octubre, en alguna fecha cercana al equinoccio de otoño y coincidiendo con el signo de libra. Momento de hacer balance. Nosotros los modernos, tan escasos de rituales, notamos que con el cambio de estación se inicia un nuevo ciclo, y nos apuntamos a yoga, a inglés, ... Y las mujeres vamos a la peluquería. Bajo la aparente frivolidad de recuperar el pelo castigado por el verano hay una necesidad de renovación que viene de fondo y las buenas peluqueras lo saben. El tema del cabello está presente en muchos mitos universales. Es símbolo de vigor y de poder como nos recuerda la pareja bíblica de Sansón y Dalila.
La atractiva Dalila, de la tribu de los filisteos, hace rendir a sus pies el gran héroe hebreo Sansón, contrafigura de un Hércules clásico o de un Gilgamesh sumerio. Un varón arquetípico, muy alto, muy fuerte, muy valiente, tocado por los Dioses, capaz de enfrentarse a un león y derrotarlo con las manos (y apoderarse de su imagen, gran cabellera solar). Con tenacidad y seducción, Dalila consigue descubrir el secreto más preciado de su amante: donde residía el origen de su fuerza. Y era en sus cabellos. Sansón era un nazireo, una persona consagrada a J
Yahvé mediante un voto. Y como tal, no podía ingerir comidas impuras ni cortarse el pelo -como los indios sikhs. Una vez sabido, Dalila lo invita a dormir en su regazo mimándolo y entonces lo traiciona, haciéndole cortar los largos mechones mientras está inconsciente. Este momento lo han immortalizado muchos artistas: Rubens, Rembrandt, Van Dyck... En el cuadro del británico Solomon Joseph Solomon -nombres de origen claramente judío- se concentra toda la narración en una sola escena. Vemos a Dalila en un lado señalando al hebreo enemigo con un gesto muy expresivo y un tumulto de cuerpos en tensión que nos podría recordar el conjunto escultórico del Laocoonte.
El cabello es la parte más alta del cuerpo, por encima de la cabeza y la mente, es la que conectaba a Sansón con su Dios, del mismo modo que el "moño" o shikhˉ͞a de los hindúes es el signo de la relación con el dominio sobrehumano. En el hinduísmo los cabellos de Shiva constituyen el tejido del universo, y la diosa Ganga, el gran río sagrado Ganges, se derrama desde esta cabellera enmarañada. En época romana las tribus galas independientes, la Gallia comata, era, precisamente, la "Galia Cabelluda". En los westerns todos hemos visto como los indios norteamericanos arrancaban cabelleras, el famoso scalp. En relación a la melena femenina y la lujuria, tendríamos muchos ejemplos iconográficos, como María Magdalena. Y en cambio, para entrar en determinadas órdenes religiosas o como señal de luto en algunos lugares de Asia, la cabeza se tiene que rapar.
De ahí que, en este contexto crispado por los atentados, y ante la permanente dificultad de acoger las diferencias, el debate del velo, que resurge periódicamente, no es banal, es complejo. Sólo cabe recordar que algunas políticas de este estado democrático pueden aparecer cualquier día -como ya han hecho- con “peineta y mantilla”, tal como se han cubierto las mujeres para ir a misa en nuestra tradición. ¿Hablamos de derechos? ¿De libertades? ¿De costumbres? ¿De símbolos? En cualquier caso, "las de la peineta" ganaron, por segunda vez, las elecciones y todo apunta que las terceras.
Publicado en septiembre de 2016
Sección "Des del laberint"
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