1.12.2011

Atles de geografia humana, quatre històries

“ Cuando lo consiguió estábamos tan cerca que nuestras narices casi se rozaban. Mi vientre pegado al suyo, acogiendo a través de la ropa la huella diagonal de su sexo lleno y duro. Y a pesar de la estricta urgencia de la situación aún pude preservar el mínimo resquicio de calma para mirarme desde fuera, con esa inteligencia de las cosas pequeñas, y si he deseado algo en esta vida, deseé que aquella escena fuera una metáfora del tiempo que me quedaba por vivir, y que el frío apenas lograra arañarme la ropa por la espalda. Luego le pregunté qué quería cenar, y él me besó, para demostrarme en un instante de qué manera el hombre más tranquilo puede perder en un solo gesto hasta el menor asomo de tranquilidad, y en ese momento dejé de vivir, para instalarme en un territorio diferente del mundo conocido, donde las sonrisas flotan en el aire, y el tiempo puede detenerse horas enteras en un solo segundo, y las mujeres como yo se enamoran como bestias alunadas, aterradas y cautivas para siempre al mismo tiempo.”
Almudena Grandes
Atlas de Geografía Humana
1998