11.11.2008

Exposició de Zabaleta, el pintor del Sud

Em van demanar que redactés la fitxa raonada per a la catalogació de les obres del Museu que viatjaven a una exposició antològica de Zabaleta que itinerarà per diferents ciutats andaluses. Transcric el text en castellà, tal com el vaig enviar, per tenir-ho recollit en una sola entrada.




Este interior, probablemente el propio taller del artista, ha sido representado por Zabaleta en más de una ocasión, con distintos matices pero a la vez con varias constantes, como la estufa metálica de leña o el singular estampado romboidal de las paredes que se pueden apreciar también en “Autorretrato con modelo” (1946) o "Interior de la estufa” (1955).

En esta ocasión nos hallamos con la curiosa representación de una obra dentro de otra obra. En el caballete se observa claramente una tela esbozada con marcadas líneas negras, ese primer dibujo tan importante en su forma de trabajar. Acabaría siendo el cuadro catalogado como "Campesina de los Montes de Granada" fechado en el mismo año 1952. Es un claro ejemplo de ese arquetipo femenino tan característico del imaginario zabaletiano con el pañuelo atado bajo el cuello y una frontalidad rotunda que se repite en las múltiples escenas rurales de su tierra aceitunera.

El pequeño cuadro enmarcado colgado en la pared a mano izquierda es una litografía de Picasso que representa a su hija Maya y que el artista malagueño dedicó: "a mí amigo Rafael Zabaleta" y se lo regaló en 1949 y ya aparece en otro taller pintado por Zabaleta en el cincuenta.



Escenas nocturnas abundan en la trayectoria de Zabaleta y en todas ellas hay un color especial, que es intenso en el cielo y que matiza el resto del lienzo con un baño de luz mitigada. En la parte superior, los celajes se sustentan por la presencia de un astro reluciente y nubes dispersas de forma equilibrada. Siguiendo el esquema compositivo habitual de este autor, al fondo se divisan colinas suaves típicas del paisaje de su tierra, en tonos violeta y malva, y la escena principal queda divida en planos inconfundible, huyendo voluntariamente de la tridimensionalidad perfecta.

A diferencia de otros nocturnos zabaletianos donde aparecen campesinos o bodegones en primer término, aquí los protagonistas son cuatro gatos con ojos desorbitados que pasean sobre los tejados como habitantes sigilosos de la noche, sorprendidos por la mirada del artista justo en el momento de la captura de la presa que viene simbolizada por el pájaro que uno de ellos lleva en la boca.

Existe un dibujo previo de este cuadro (relacionado en el catálogo del año 1986, catalogado como número 92), realizado en tinta china, donde se aprecia la potente expresividad que conseguía Zabaleta ya en blanco y negro, al trabajar con habilidad el ritmo de las rayas en el pelo de los gatos en contraposición con el fondo. Cuando ese juego se traduce a la tela, da como resultado una paleta cromática intensa y cautivadora.

En el Museo Balaguer se conserva documentación procedente del Museo de Arte contemporáneo. Una carta dirigda a Rodríguez Aguilera nos desvela que este cuadro fue propiedad del Sr. Jorge Juan Farreró y que este hizo donación del mismo en 1959 para el proyecto de Museo de Arte contemporáneo de Barcelona.



Este es un claro ejemplo de bodegón zabaletiano en el que utiliza una mesa arquetípica de madera con forma cuadrada y patas robustas- situando el cajón con tirador ornamentado en la parte frontal del centro- como marco base para situar los objetos de sus naturalezas muertas. Por otra parte, el suelo embaldosado en blanco y negro, detalle también reiterado en sus escenas de interiores, lo utiliza para insinuar la perspectiva en su justa medida, manipulando los volúmenes para adaptarlos a su gusto por composiciones deformadas.

En este bodegón de formas aparentemente depuradas y colores contrastados se puede apreciar la capacidad de Zabaleta de sintetizar distintas influencias artísticas sin perder ni un ápice de su personalidad plástica. En la representación de dos huevos, dos cabezas de ajo, una hogaza de pan a medio cortar, un plato con habas, una botella, una copa, y un mortero hay rastros sutiles, le podríamos hallar un alquimia de detalles, cubistas en la botella, ecos lejanos de las atmósferas de De Chirico en las diagonales de la mesa, y un punto de primitivismo en su conjunto.

La inscripción en la pared donde se puede apreciar claramente el nombre, lugar y fecha del cuadro (26 de abril, 1953, Quedasa, Rafael Zabaleta) completamente integrado en la escena nos puede desvelar su propia satisfacción por la obra terminada.

(COMUN A LOS TRES ZABALETAS DEL MUSEU)
Los tres cuadros de Rafael Zabaleta que actualmente están expuestos en la primera planta del Museo Balaguer llegaron a la localidad de Vilanova y la Geltrú en 1967 procedentes de una colección que estuvo abierta al público durante tres años en la cúpula del edifico Coliseum de la Gran Via de Barcelona en el conocido como primer intento de crear un Museo de Arte Contemporáneo en la capital catalana. Los artífices de este proyecto fracasado fueron los miembros de la Asociación de Artistas Actuales, y en especial los críticos de arte Alexandre Cirici Pellicer y Cesáreo Rodríguez Aguilera, amigo personal de Rafael Zabaleta e importante teorizador de su trayectoria. Entre la selección de artistas que cedieron o depositaron obra para crear un museo de vanguardia en la Cataluña de 1959 figuraban nombres como Tàpies, Saura, Guinovart, Ràfols Casamada o Alfaro. Zabaleta estaba en contacto con la citada asociación y participó asiduamente en los Salones de Mayo que ésta organizaba periódicamente