2.23.2012

Somnis en nits sense lluna

Apunts de:
El Sueño y el inframundo
James Hillman

La mitología es una psicología de la antigüedad, la psicología es una mitología de la modernidad.

Para estudiar el alma debemos ir a lo profundo, viajar por el laberinto del alma. El alma se cultiva a medida que tiene lugar una operación de penetración en el insight de las profundidades.

El inframundo es inverso al mundo diurno, y por lo tanto, su comportamiento será el reverso. Lo que es residuo desde la perspectiva del mundo diurno, se convierte en alimento para el alma cuando estamos del revés (los egipcios trataron con todo detalle el mundo al revés bajo nuestros pies. Los muertos andaban al revés, con los pies arriba y la cabeza abajo.

Al sueño no hay que intentar salvarlo moralmente ni encontrarle una aplicación en el mundo diurno. La basura del alma es salvada en el inframundo. Los sueños reflejan un inframundo de esencias. Presentan imágenes de “ser” más que de “convertirse”.

Un sueño no es un comentario sobre la vida, ni una indicación hacia donde crece, sino más bien una afirmación desde las profundidades. El sueño no presenta ninguna moral o noción del tiempo.

Ya no podemos recurrir al sueño esperando hallar progreso, transformación o renacimiento.

Los sueños nos enseñan a ser plurales, y que cada una de las formas que ahí figuran son “el hombre en su totalidad”, sus plenos potenciales de conducta. Sólo desintegrándonos en las múltiples figuras, nuestra conciencia se amplía lo suficiente para abrazar y contener sus potenciales.

Si escrutamos la noche con la luz blanca del mundo diurno nos es imposible distinguir el rojo del negro, con lo cual leemos los sueños en busca de todo tipo de mensajes a a vez: personales, adivinatorios, prácticos, confundiendo la vida instintiva y emocional (diurna) con el reino de la muerte (nocturna).

Cuando tenemos depresiones repentinas, nos sentimos atrapados por el odio, arrastrados hacia abajo, lejos de la vida, por una fuerza que no podemos ver y ante la cual huiríamos, y no podemos más que buscar explicaciones o consuelos, hemos sido invadidos desde abajo, asaltados (rapto de Perséfone por Hades). Cuando se abre el suelo en nuestros pies, sentimos el abismo de la desesperación.

En nosotros también existe un ángel oscuro: Hécate (conocida asimismo como angelos), una consciencia que brilla en la oscuridad. Una parte nuestra no es arrastrada hacia abajo, sino que siempre vive ahí. Podemos observar nuestras propias catástrofes con una sabiduría oscura que espera poco más que eso.

Dado que el suelo habla en imágenes, ya que soñar es imaginar, nuestro instrumento para una escucha sin distorsión sólo puede ser la imaginación.

La sombra es la sustancia misma del alma, esa oscuridad interior que nos atrae hacia abajo, alejándonos de la vida y manteniéndonos en relación inexorable con el inframundo.

El ego odia, detesta y persiste en su intento de destruir todos los objetos que son para él fuente de sentimiento doloroso.

Las personas con las que me relaciono en el sueño no so ni representaciones de sus seres vivientes, ni tampoco partes de mi mismo. Son figuras de la sombra que cumplen roles arquetípicos, son personae, máscaras.

Una de las manera de restaurar la visión del mito en los amigos de la tarde anterior es prestar atención a sus nombres. En sus nombres estan sus almas. Incluso cunado no tienen nombres “el cajero” “ el propietario”. Obtenemos figuras haciendo cosas, el chico corredor, el hermano preocupado.

En el pensamiento hindú exites la idea de que en cierots estados de la mente, como por ej en el sueño, los nombre son cosas de sí mismas.

La metáfora de la muerte

Para nosotros la muerte tiende a significar exclusivamente muerte literal (física). Nuestro énfasis en la muerte física se corresponde con nuestro énfasis en el cuerpo físico, no en el sutil. Nos quedamos en lo literal, no en lo metafórico. Nos es difícil entender que el amor y al muerte sean metafóricos.

Nuestra cultura es única por su ignorancia de la muerte. Muchas culturas (egipcia, etrusca, griega, tibetana) honraron y honran el inframundo. No tenemos un culto a los antepasados.

¿Dónde está la muerte cuando no se la observa? ¿Dónde van los contenidos de la conciencia cuando desparecen de nuestra atención? En la psicología profunda es donde hoy se encuentran los misterios iniciáticos.

La experiencia del inframundo nos convierte a cada uno en pacientes, nos da una nueva percepción de paciencia. “En la paciencia está tu alma” era una máxima alquímica religiosa que decía que el alma se encuentra allí donde uno se abre a su sufrimiento, se pone a su servicio y espera mientras perdure.

Cuando menos inframundo, menos profundidades, y más horizontalmente extendida se vuelve nuestra propia vida.

Una tercer razón (primera materialismo, segunda opsicionismo) para nuestra dificultad con el inframundo es nuestra perspectiva de cultura occidental. Entre nosotros y el inframundo se yergue la cultura de cristo. “Cristo descendió a los infiernos para que nosotros no tuviéramos que descender a ellos” La misión de Cristo en el inframundo era anularlo mediante su victoria sobre al muerte por la resurrección. Esta forma parte de la extensa misión del crist de cambiar el alma por el espíritu.

El inframundo fue profundamente moralizado, la muerte fue equiparada al pecado. Los sueños solo podían ser mensajes de tentación.

El mundo hebreo tenía sheol, y los sueños eran escuchados.


El sueño no es tanto un comentario sobre el día como un proceso de su digestión, una trituración y asimilación del mundo diurno en los tractos laberínticos de la psique.

El trabajo onírico cuece los hechos vitales y los convierte en sustancia psíquica mediante los modelos imaginativos (simbolización, condensación, arcaización). Este trabajo extrae materiales de la vida y los convierte en alma, a la vez que alma alimenta la vida con nuevos materiales cada noche.

Hay un trabajo que tiene lugar en los sueños, una prolongada cocción de restos resistentes, una disolución de personas recordadas hasta convertirlas en sombras, para que puedan partir, libres, y nosotros podamos vivir en su presencia sin sentirnos oprimidos. Estas figuras que pueblan los sueños son también sustancias emocionales en proceso de hacerse alma.

El sueño en sí es plenamente subjetivo. Mientras duermo estoy completamente inmerso en el sueño. Sólo al despertarme invierto este hecho y creo que el sueño está en mi. Por la noche el sueño me tiene pero por la mañana digo que tuve un sueño.

El sueño te dice donde estás, no qué hacer. O bien si te colocas donde estás, te dice lo que estás haciendo.

Hay una idea esencial para las tradiciones antiguas (incluidas las primitivas), y es que el alma se separa del cuerpo durante el sueño y se pone a “vagar”, un vagar que significa que su lógica no sigue linealmente un paso tras otro (ausencia de dirección).

La regla de oro cuando tocamos cualquier sueño es mantenerlo vivo. El trabajo onírico es conservación. Conservarlo implica quedarse con lo que es, incluso asumir lo que es, que es lo correcto. Todo en el sueño hace lo que debe. En el sueño todo es correcto, excepto el ego.

La psique siempre está trabajando, removiendo, fermentando.
Las imágenes plasmadas en los sueños satisfacen el deseo del INSTINTO. El instinto se satisface en el mundo nocturno con sus propias imágenes, imágenes de si mismo, como si a la psique le bastara ver su propio reflejo.

Las imágenes sientan bien al alma. Son su verdadero alimento. ¿Qué mantiene el alma en el inframundo? (Sócrates) ¿Qué mantiene la psique dormida? (Freud). Respuesta: el desee. El alma desea permanecer ahí, pues es ahí donde encuentra su satisfacción: en la idea de las inteligencias arquetípicas. Debemos dormir para ver esas ideas.

El trabajo onírico, en tanto que satisfacción del instinto, tendrá su efecto sbre la vida despierta, aunque sea indirectamente. Todos tenemos una experiencia del sueño después del sueño.

Los intepretadores pueden matar los sueños. El uso directo del sueño para el ego es menos efectivo que el sueño que sigue vivo como imagen enigmática (Ex perro negro)

Para que una imagen onírica afecte a la vida debe (al igual que un misterio), ser experimentada como algo plenamente real.

La duplicidad del seuño

Los sueños no son nada ambiguos en su realidad visible. Las imágenes aparecen con formas seguras: la serpiente era plateada, enorme. Debemos distinguir entre la definición de las imágenes oníricas y la sensación de vaguedad que las envuelve. Son tenebrosamente escurridizas. Notamos su carácter elusivo y su inherente ambivalencia cuando el sueño es capturado y subido a la luz diurna.

La ambigüedad de los sueños se basa en su multiplicidad de sentidos, el alma es infinita.

El Soul-making es como cualquier otra actividad imaginativa, requiere ingenio y pericia. Nos vemos obligados a avanzar por el tortuoso laberinto.

La disección analítica es una cosa, y la interpretación conceptual es otra. Podemos analizar sin interpretar la interpertación sustituye el sueño por su supuesto significado.

Podemos comprender nuestra resistencia a soñar. “No podemos recordar”, “tal vez un poco”, “sólo vagamente”, “olvidamos anotarlo” “es indescifrable”. Sin embargo, cada sueño es un paso hacia nuestro inframundo, entonces recolectarlos es una recolección hacia él. Existe un inframundo (un Hades) de incomparable inteligencia. Trabajar con los sueños es llegar hasta esa inteligencia oculta, comuniciar con el dios del sueño.

El trabajo onírico tiene lugar en el comos individual de cada uno, y su propósito individualiza el alama de la luz diurna y de la perspectiva natural. Dad esta individualidad, las generalidades conceptuales deben fracasar.

No queremos solamente almas “viejas”, “buenas”, sino que queremos almas TRABAJADAS, en cuya compañía tengamos clara la sensación de qué es lo básico.

Queremos que nuestras relaciones sean importantes, que nos importe a qué dedicamos nuestros días, queremos que nuestra muerte no sea inmaterial. Lo que buscamos es la materia del alma.

Trabajamos sobre sueños no para fortalecer el ego, sino para hacer realidad psíquica, para convertir la vida en materia a través de la muerte, para hacer alma coagulando e intensificando la imaginación.

La Biblia dice que el alma está hecha a imagen y semejanza de Dios, pero podemos entenderlo como: el ser humano está hecho por las imágenes divinas del alma.

Nos resistimos a la destrucción que el trabajo onírico conlleva: la eliminación de apegos y la revelación de profundidades inmutables. La reina del inframundo es Perséfone. Su nombre significa “portadora de destrucción”
.