El cabello también ha sido símbolo de libertad y de estatus. Los prisioneros y esclavos rapaban sus cabezas para indicar su baja condición social. Las mujeres que entraban a un convento y aquellos hombres que perdían su posición social para convertirse en soldados, también cortaban sus cabellos o afeitaban sus cabezas. Los budistas ascetas, sacerdotes y monjes afeitan su pelo como ofrenda de votos de obediencia, castidad y pobreza.
Algunos mitos que rodean a las Diosas Madre, como Isis, Cybele y Kali, cuentan que estas deidades podían dominar el clima cuando soltaban sus trenzas y dejan sus cabellos sueltos. Los cristianos solían pedir a las mujeres cubrir sus cabezas mientras estaban en la iglesia de modo que su cabello no atrajera a espíritus malignos. Cuando un Samurai japonés era sometido al corte de su moño por parte del enemigo, esto representaba la desgracia y el deshonor.
Los cabellos, residuo de un abrigo de piel de animal, representan una gran protección para el hombre, protección a los agentes externos, del frío pero también protección a las miradas de otros.Frecuentemente resulta difícil descubrir el rostro, porque nos hace sentir "desnudos", muy expuestos, es decir, a las miradas y por lo tanto al juicio de personas que nos rodean.
Los cabellos, residuo de un abrigo de piel de animal, representan una gran protección para el hombre, protección a los agentes externos, del frío pero también protección a las miradas de otros.Frecuentemente resulta difícil descubrir el rostro, porque nos hace sentir "desnudos", muy expuestos, es decir, a las miradas y por lo tanto al juicio de personas que nos rodean.
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